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Actuaria

Posted in Historias de Éxito y Motivación por Carlos González Nogueda en febrero 16, 2007

Una historia de uno de los mejores actuarios de la Historia

6 respuestas to 'Actuaria'

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  1. mangostan said,

    La Actuaría en México
    El actuario en la Seguridad Social

    Una de las más insidiosas maldiciones del hombre en esta vida es la incertidumbre. La incertidumbre sobre su mortalidad es una de sus facetas; la incertidumbre sobre su sobreviviencia, es la otra. Parte esencial de la misión del actuario es suavizar lo más posible los filos de esa doble maldición.

    Cuando finalmente decidió ingresar en la nueva carrera de actuaría en 1947, Alejandro Hazas Sánchez difícilmente imaginaba la hondura del compromiso existencial que estaba contrayendo, ni la dimensión del compromiso que inevitablemente le significaría ello con su país y con varias generaciones de sus compatriotas. Después de todo, era un muchacho de tan sólo … años y ya sabemos la ligereza que suele caracterizar tal clase de decisiones vitales en esa etapa de la vida. Casos extremos, pero no infrecuentes, hay de jóvenes que eligen basados, no en consideraciones mínimamente relacionadas con una “vocación” –aún ambigua y confusa en ese momento—, sino en condiciones tan circunstanciales como la relación que en ese momento y lugar guarden la oferta y la demanda de esos estudios (a veces a partir de algo tan superficial como los tamaños relativos de las filas en la ventanilla de matriculación de las diversas especialidades universitarias). Y es que a esa edad, en que se nos exige tomar una de las dos decisiones más trascendentes de nuestra vida (la otra es elegir pareja para formar una familia), el cerebro humano típico no ha terminado de integrar las redes neuronales de las funciones corticales prefrontales… necesarias para valorar debidamente una opción de esa envergadura, lo que significa que simplemente el individuo no cuenta todavía con la capacidad suficiente para apreciar en todo su alcance las consecuencias futuras de sus decisiones.
    Lo único que sí tenía perfectamente claro el joven Hazas era que su destino profesional tenía que estar ligado de alguna manera con las matemáticas. Por eso se había matriculado tentativamente en otras dos carreras, ambas con larga prosapia en la UNAM: ingeniería y física (en esos tiempos no había la saturación actual y por tanto eran posibles este tipo de coqueteos). En cambio, actuaría era una carrera absolutamente nueva. Apenas el año anterior se había inaugurado informalmente en la Facultad de Ciencias, a instancias de un grupo de brillantes profesionistas mexicanos, en su mayoría ingenieros, que eran quienes desempeñaban las funciones de actuaría en diversas instituciones, habilitados como tales y agrupados en el Instituto de Actuarios. Como todo, esa carrera que con el tiempo llegaría a registrar miles de alumnos nuevos cada año, en docenas de planteles, en sus humildes inicios tuvo un solo alumno que pronto interrumpiría sus estudios, para reanudarlos una década más tarde: Miguel Chávez Gómez, sobrino del ingeniero … Chávez Orozco. Alejandro Hazas ingresó un año después, con un solitario compañero de estudios, que no concluyó. De esa manera Chávez y él quedarían registrados en la historia. Chávez, como el primer egresado de la carrera; Hazas, como el primer titulado. Al año siguiente ingresarían en los registros universitarios otros nombres ilustres: Camilo Reynaud, Kurt Vogt y despues otros alumnos brillantes como mi cuñado «Carlo Magno» el Act. Carlos Alfonso González Lara. El resto, como reza la conocida frase, es historia.
    Como natural consecuencia de la existencia de un sistema de estudios todavía poco estructurado, en esos comienzos la carrera de actuaría consistía básicamente en una exigente sucesión de lecturas, problemas y tareas que los alumnos debían resolver en casa. Aunque se permitía la participación grupal, ese sistema no delimitado planteaba un desafío adicional a los alumnos, pues además de la concentración necesaria para entender y asimilar los conceptos propios de la actuaría, los obligaba a un ejercicio constante de disciplina personal y de rigor intelectual que les supuso un esfuerzo extra que los alumnos acaso resintieron en ese entonces, pero que después habrían de valorar como ganancia adicional en la práctica del auto aprendizaje, en su etapa de formación profesional.
    Como una prueba de la pertinencia de la especialidad actuarial, la demanda laboral del mercado mexicano por actuarios era grande —y casi inelástica, diría hoy un economista. En consecuencia, ya en su segundo año de carrera Hazas estaba contratado profesionalmente. Lógicamente, su empleador era uno de los destinos naturales de la profesión: el ámbito de los seguros. En 1948, el Director General de Seguros Monterrey, George Holden Oliver, lo puso bajo el actuario titular de la empresa, Otto Zink, matemático estadístico nacido en México de padres alemanes y graduado en la universidad de Gotinga, de quien Hazas aprendió la tradición actuarial europea.
    Pero fue en 1950, ya para terminar la carrera, cuando Hazas encontró el reto que habría de darle sentido a su existencia profesional: la seguridad social. Fue contratado por Antonio Ortiz Mena, entonces director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que había sido creado en 1943 a iniciado operaciones un año más tarde. Ahí el excelente actuario checoslovaco Emilio Schönbaum, altamente recomendado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), desde 1943 se encargaba de los múltiples cálculos actuariales indispensables para lidiar con funciones gubernamentales inéditas para una población dinámica y hasta entonces desvalida en ese sentido. En el IMSS, y hasta finales de los años 50, cuando Schönbaum murió, Hazas tuvo la enorme fortuna de contar con una guía intelectual de calibre mundial en ese terreno tan vital para el desarrollo nacional como inexplorado en México.
    A partir del fallecimiento de Schönbaum, el actuario Hazas se encontró solo frente al monstruo. Un monstruo con millones de cabezas, millones de urgencias reales y acuciantes, millones de nombres y apellidos concretos, millones de destinos individuales diversos y dispares que dependerían de sus cálculos para disponer de un apoyo financiero atingente, suficiente y oportuno: pensiones, mortalidades, morbilidades, viudeces, incapacidades parciales y totales… la película eterna, constante e impredecible del devenir humano. Entregado a la tarea, pasó todo el año de 1959 y algunos meses más en gira de investigación y aprendizaje por seis países de Europa, patrocinado por el IMSS y bajo la supervisión de la OIT (que seleccionó para ello a los actuarios más destacados de seis países) y de la secretaría de Hacienda, que ya comandaba Antonio Ortiz Mena. A partir del primer sistema de captación y procesamiento de la información estadística, que él mismo diseñó, Hazas logró desarrollar en el siguiente decenio las primeras 22 tablas biométricas, específicas de experiencia mexicana, sobre índices de mortalidad y supervivencia de trabajadores activos, jubilados, inválidos, huérfanos, viudas, etcétera, que reflejaban la realidad del periodo entonces reciente de 1960-1971. Ese fue un avance crucial, toda vez que los cálculos anteriores partían de datos no autóctonos y por lo mismo plagados de desviaciones ajenas muy probablemente distorsionadoras: tablas alemanas, checoslovacas, estadounidenses y demás. Hazas era entonces el coordinador de la Comisión Actuarial que se encargó de laborioso ajuste de las tasas empíricas.
    En el mundo académico, Hazas virtió su experiencia e implantó en la carrera de actuaría la materia de Demografía Cuantitativa (especialidad en que el Colegio de México ocupa desde entonces un lugar destacado a nivel mundial).
    Igual que lo fue en el cine, en la pintura, en la ingeniería y en tantos otros ámbitos sociales y culturales más, esa fue una época de oro de la seguridad social mexicana. Optimista, pujante, animosa, la idea de brindar a nuestra población nacional un escudo contra los impactos más terribles de la incertidumbre vital, permeaba el espíritu patrio. Una pirámide demográfica en franco ascenso, reservas caudalosas, egresos parcos, una economía signada por un crecimiento acelerado y una larga estabilidad cambiaria e inflacionaria, un entorno político sólido y predecible, y un elevado índice de autoestima nacional, alimentaban –particularmente en el ámbito burocrático— una sensación triunfalista que, nos queda claro hoy, resultó excesiva, infundada y engañosa… como lo ha sido en todos los sistemas de seguridad social del mundo, sin excepción.
    En ese contexto exultante, de ilimitada confianza de México en sus propias fuerzas (no en balde el símbolo del IMSS ha sido desde su nacimiento la imagen nutricia y protectora de una madre amamantando a su hijo), Hazas se encargó de coordinar la Comisión Actuarial (1971), tras presentar en 1968, en el Congreso de Actuarios de París, su Modelo Dinámico de Cálculo Actuarial. Pero eventualmente, como ha ocurrido siempre y en todas partes, la idea sucumbió a la praxis, y la política derrotó a la técnica. En 1976 las contribuciones de Hazas en el ámbito oficial de la seguridad social llegaron a una abrupta interrupción: fue despedido por razones eminentemente políticas y la esfera completa de la seguridad social mexicana entró en una espiral de vaivenes que tres décadas después tiene al sistema severamente descapitalizado (por años distrajo en usos ajenos, políticamente rentables, los fondos financieros ordenados por los cálculos correspondientes para constituir las reservas técnicas indicadas) y adherido a un régimen mixto de concepciones contrapuestas (una, colectiva, tradicional; la otra, individualizada en cuentas individuales o afores, englobadas administrativamente en el Sistema de Ahorro para el Retiro: SAR). Desde luego, éste no es el sitio indicado para entrar en la álgida polémica al respecto. Los partidarios del régimen colectivo afirman que la alternativa de modelos predictivos econométricos genera fondos insuficientes, que su mecanismo es ineficiente (por ejemplo hay 37 millones de cuentas individuales pero tan sólo 12 millones de individuos cotizantes) y que su esencia misma es ilegal puesto que los derechos constitucionales (como lo son las pensiones) no pueden ser objeto de comercio. Por su parte, los partidarios del régimen de cuentas individuales alegan que el modelo normativo colectivo es profundamente injusto, inflexible y anquilosado. De cualquier modo parece necesario señalar aquí que dicha polémica existe y que el asunto está lejos de ser una cuestión definitivamente zanjada.
    Después de su paso por el IMSS, Hazas se incorporó en 1977 a otra institución clave para el destino nacional: el Consejo Nacional de Población (CONAPO) y ahí demostró, con su Sistema de Demografía Programática, que las variables demográficas (natalidad, fertilidad, migración, mortalidad, morbilidad, distribución territorial, etcétera), lejos de ser los resultados azarosos, caóticos e impredecibles de una conducta social dejada a su propia, caprichosa dinámica, podían conducirse mediante medidas de política gubernamental rigurosamente analizadas en el gabinete, discutidas en los altos estratos decisorios y amplia y persistentemente promovidas en los medios de comunicación masiva. Simultáneamente, regresó a la UNAM, donde creó en la carrera el Seminario sobre Pensiones y Seguridad Social, el cual es el único grupo de investigación actuarial en México y uno de los muy pocos en América y en el mundo, que lleva 14 años produciendo trabajos de investigación que ayuden a lidiar con el monstruo de incertidumbre de los millones de cabezas… que no se ha ido y con absoluta certeza jamás ha de abandonar al ser humano.
    En todo caso, la opinión de Hazas es contundente: “No existe solución a nivel mundial al problema de las pensiones, siguiendo las técnicas tradicionales. Hay que aplicar nuevos enfoques actuariales, como los que ya se tienen desarrollados en el Seminario de Investigaciones Actuariales de la Facultad de Ciencias de la UNAM”. Y puesto que ese es el dictamen rotundo del primer actuario titulado de México, quien lleva 57 años estudiando este tema en particular como “una área altamente especializada de la actuaría que requiere conocimientos profundos, matematizados y sistematizados de demografía, economía y finanzas”, parecería razonable al menos escucharlo.
    Finalmente, haremos una aclaración tal vez innecesaria: la inclusión en este libro de la trayectoria profesional de Alejandro Hazas Sánchez no responde a consideración particular alguna, sino a la convicción de que su caso es representativo en más de un sentido (antigüedad, vicisitudes, orientaciones, avatares) de la profesión actuarial como un todo en la historia de México

  2. ivan said,

    que flojera leer todo eso

  3. Clara said,

    Tuve el privilegio de ser su alumna en la asignatura de Demografía en la carrera de Actuario en la UNAM. Solía despertar el gusto por las cuestiones demográficas.
    ++++
    Mi amigo Act. Alejandro Hazas es un tipazo. Es un privilegio conocerle y escucharlo. Gracias por tu comentario. Carlos González

  4. Samuel RUBINSTEIN said,

    Fui alumno de Don Camilo y de Don Miguel Chavez, gente de primera, fui tambien y creo que sigo siendo del gran maestro del seguro DON George Holden Oliver

  5. Act. Rubén Frutis Gómez said,

    El maestro Alejandro Hazas Sánchez dirigió mi tesis «La Reforma de 1997 al Sistema de Pensiones del Seguro Social», misma que versó y concluyó con el futuro fracaso de las Afores, para efectos de integrar un sistema de pensiones. Por lo que tardé casi tres años con otros maestros de la Facultad de Ciencias, que retardarón el proceso de los trabajos y fue gracias a la intervención de Hazas que se logró terminar la tesis y poder titularme, ovbiamente el día de mi exámen profesional hubo polémica entre los sinodales debido a las consecuencias que pude tener la publicación de una consideración debidamente fundada.
    Gracias
    ++++
    Efectivamente, la solición a la insuficiencia en los fondos debe estar en un replanteamiento de los requisitos para la jubilacion basados en las actuales espectativas de vida y productividad. CGN

  6. mangostan said,

    Compañeros, amigos CAESSeros:

    Las cosas para el país en general, no andan bien; Mejor dicho, están difíciles, andan mal, bastante mal. Malas noticias por aquí, peores noticias por acá, pésimas por allá, y otras , nefastas, por acullá. Y no es que seamos negativos, únicamente pretendemos ser realistas. Las buenas noticias, aparentemente, están convertidas en una especie en extinción.

    Es por eso que teniendo una buena y muy grata noticia, no podemos de ninguna manera, dejar de compartirla con todos ustedes, más aún cuando sabemos que la satisfacción será común para todos quienes integramos el CAESS o vinculados a él.

    Tenemos información fidedigna, oficial, que el pasado miércoles 17 del mes en curso, La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Centro Interamericano de Estudios de la Seguridad Social (CIESS), llevaron a efecto una ceremonia solemne, en la cual rindieron un merecido homenaje a nuestro apreciado amigo y compañero Act. Alejandro Hazas Sanchez, Asociado Honorario del CAESS, habiéndole hecho entrega de una placa de reconocimiento, nada más y nada menos, que «por sus contribuciones a la seguridad social mundial».

    Quienes tenemos el gusto y el honor de conocer y tratar a Don Alejandro Hazas Sanchez, al Actuario Hazas, no podemos sino sentirnos satisfechos y orgullosos del merecido reconocimiento que le ha sido conferido, sabiendo de su larga trayectoria y dedicación profesional, al estudio, desarrollo y enseñanza de la seguridad social tanto nacional como mundial, las más de las veces en forma desinteresada, ajeno a intereses de orden económico, sino por una sólida convicción personal y la alta calidad humana que lo caracteriza.

    En consecuencia, le enviamos al Actuario Hazas un fuerte abrazo y una calurosa felicitación por este nuevo logro en su exitosa carrera profesional, externándole nuestros mejores deseos de seguir alcanzando, mucho logros y más satisfacciones tanto profesionales como personales, en su permanente defensa y lucha en pro de una seguridad social solidaria y universal, que funja como factor de bienestar y justicia social.

    Enhorabuena Actuario Hazas.

    Atentamente

    CAESS
    Comunicación y Difusión

    «Por una Seguridad Social universal, solidaria y con sentido humano, orientada al bienestar colectivo»


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